Monday, February 23, 2009

Las Golfitronics




Emilia y Carla sueñan con un hombre romántico. Si carece de porvenir, no hay fijón. Para eso ellas son autosuficientes.
No esperan las rebajas de temporada en Mcc Allen para cambiar el guardarropa. Ellas son lo inn.
Se van al caribe de fin de semana sin andan de mal humor, colmadas del tráfico de Gonzalitos y la contaminación de Monterrey.
Gozan del sol y de los viajes todo pagado, esos que a la llegada te reciben con una piña colada, o una margarita.
La cerveza abulta el estómago y provoca gases, por eso la evitan.
Solo la usan para aclarar el cabello en esas largas sesiones al aire libre, mientras leen los libros de Paulo Cohelo descansando sobre la arena.
Emilia estudió gastronomía con acentuación en postres orgánicos, en esas escuelas que florecieron por todo el barrio antiguo.
Carla es psicóloga conductista. Trabaja de gerente en un outsourcing. Habla perfectamente ingles y es estudiante avanzada del idioma favorito de los nuevos corporativos: el chino mandarín.
Se conocieron de adolescentes un verano al irse de misiones con la comunidad de San Juan Bosco.
La pobreza de los ejidos cercanos a Ciudad Valles en San Luis Potosí y el marco de lo rustico, aderezado por la grabadora de doble casete del Cristian, el sacerdote jesuita responsable de la expedición.
Cristian les prestó su colección particular de Luis Eduardo Aute, Silvio Rodríguez y Pablo Milanes.
Descubrieron la profundidad de la poesía de la trova. Ya eran lo bastante revolucionarias como para pintarse los ojos de negro.
Comenzaron a frecuentar La Tumba y La Pirámide.
Emilia y Carla en uno de esos lugares conocieron a un par de músicos uruguayos. Uno cantaba y tocaba la guitarra, el otro hacía la segunda voz y las percusiones.
La voz cantante le declaro a Emilia que ella le recordaba el tango de por una cabeza, el otro le susurró a Carla el día que me quieras.
Si existe la palabra felicidad, con seguridad ellas lo fueron.
Durante sus estancias en los bares acompañando a sus parejas pagaban los tragos en el bar (para entrar en ambiente),
El after (para seguir ambientados), la mota (para extender sus sentidos), los condones de sabores (para evitar las pastillas de emergencia), la coca (para que no haya bajón), y hasta la despensa de sus enamorados (el monchis es cabrón).
Compartieron buhardilla hasta el día que los músicos decidieron: el espíritu libre que habita en el artista debe encontrar nuevos retos.
Volveremos, les confesaron, cuando sea el tiempo adecuado, estamos seguros que así será.
Emilia y Carla hicieron pucheros y les dejaron ir.

Tuesday, February 17, 2009

mi tesoro




Artemio es el gran soñador de los niños de la escuela escuela Simón de la Garza Melo, , de la calle Juárez.
En los libros de la primaria le contaron que en el Japón la sal es un tesoro.
Ahorró durante un mes todos los domingos.
No hubo recreos con chicharrones de harina y soda en vaso de plástico.
Todo con tal de irse de casa, emanciparse de la tiranía del licuado de leche revuelto con dos huevos, por la mañana.
A medio día, sopa aguada, tortillas de la vuelta de la casa, flautas-milanesas-pollo-y-lo queexistieraenelrefrigerador, y por la noche, huevoconsalchicha-conchorizo-miguitasconhuevo.
En los libros de educación primaria de Artemio cuentan que los orientales cada cierto periodo de tiempo deben pasar a una cabina de oxigeno para no perder la conciencia.
Que duermen en pequeños espacios, como si fueran sardinas enlatadas, trabajan todo el día como abejas y duermen en sus colmenas.
Artemio soñó ir con sus botes de sal la fina, hasta la residencia del rey Hiroito, y ofrecer su tesoro, esperando la recompensa de vivir en el palacio imperial.
Como la televisión ofrece toda la información educativa, supo en reportajes de alvarado que todos los días sale un transporte a china.
En la mochila de cuero, con su nombre grabado y realzado en cuero, se lanzó a la central de autobuses.
Cuando pidió el boleto, a media tarde de un miércoles, les dijo los de la ventanilla que necesitaba moverse, porque su abuela había enfermado de dengue.
El pueblo de China es recuerdo fantasmal. Habitan mas perros, mezquites secos, y algunos adultos en plenitud, en extrema pobreza, que tienen a toda su familia viviendo en el otro lado.
Artemio descendió del autobús, cuando la tarde ya pardeaba.
Le preguntó al despachador, un viejo desdentado que para donde quedaba Japón. Extrañado le contestó que solo hay China Nuevo León. Que sabrá Dios se tras lomita esté Japón, pero para el norte, solo está el otro lado, el gabacho, los gringos.
Sin más alternativa que la desesperanza al chofer que cubría el turno reynosa-puntos intermedios-monterrey le pidió raid.
Cuando llegó a casa, aventó los botes llenos de sal la fina, su tesoro.
Después de una buena cintariza de su padre, entrada la madrugada, no ceno miguitas con huevo.

Monday, February 09, 2009

la carne de burro no es transparente




Para a.a.p.

Si no eran los únicos en la ciudad, por lo menos carecían de pena y ofertaban con libertad el producto.
Juan Álvarez y Manuel María de Llano, la carnicería de alta especialidad en la comercialización y venta de carne de equinos para consumo humano.
Las paredes amarillas dibujadas con los enormes corceles, la tela mosquitera ennegrecida por el transito de los camiones, los urbanos, los materialistas, toda clase.
Tradición la carne asada, los tacos al carbón, por las avenidas Madero o por Colón. Delicia de los trasnochados, o los matutinos y vespertinos. El tiempo solo cuenta para quien lleva prisa.
Las parejas amorosas, a la salida de una cantina, hotel de paso, la arena coliseo, el wateke, el jardín, el güichos, el flamingos y la internacional.
En las aceras los puestos de comida, del aceite requemado, aroma pegador: cebolla, papa de galeana y carne en bistec, lista para ser trozada en la base de madera.
Tacos de astilla, les llaman, preparados, con cebolla picada, y cilantro.
Desconozco el porque de los diminutivos: carnita, cebollita, papita.
Somos ciudad de enanos gastronómicos. Todo en porciones minúsculas. Disfraza la gula. Bien acompañados por el refresco de dieta, o de los llamados cero calorías.
Carne de equino para consumo humano debió entrar en el tracto digestivo en millares de familias, engañadas por la urgencia de la parranda, o por simple antojo.
La crisis, frase aterrante, y salubridad, previo periodicazo, terminaron con la empresa.
En esa esquina, del mismo edificio, existe una esplendida sala de masajes. Discreta, un par de servidoras por turno.
Frases de ingenio para atraer clientela: temporada de Navidad puedes pasar por tu regalo o en jaloguin, por tu dulce o travesura.
A 100 el servicio completo. Le llaman el rompecrisis: carne de primera, de puerco, o de burro.
Dos posiciones o quince minutos. Una sola eyaculación. No incluye besar los pechos ni alguna otra variedad. Eso negocias directo con la prestadora.
Nuevo ejercicio para degustar el placer.
El edificio de la desaparecida carnicería equina veinticuatro horas al servicio del producto más consumido en la canasta básica: el sexo.

Tuesday, February 03, 2009

El joven manos de tarjeta




Con precisión de cirujano aplasta, alarga, distribuye y deslinda por partes iguales.
Usa una tarjeta de debito, crédito o de teléfono publico, nunca de recargas al móvil, esas se doblan impunes.
Luego, con un billete de veinte pesos enrollado, boleto de tren a la esperanza, como en un juego de domino, aspira quien tiene las ganas más grandes.
Siete ocasiones en rehabilitación, el flint, como le conocen sus amigos, deja sin sustento cada reclusión a los dilers de la zona norte de la ciudad.
Saben pronto volverá, después de su programa de 28 días. Son historias vencidas. Letras de pagaré sin explicación, quemada la piel de las manos suyas.
El corazón hecho miniatura, si falta el buen acento de las semanas interminables, de alcohol y coca, el flint, con la lógica de lo más difícil se acerca al fuego de la llama.
Se enreda el tiempo, ciego, es así, va creyendo sus propias mentiras, luego el silencio choca y cambia sus alas.
El flint prepara el outfit fiestero. Los misfits: playera negra, pantalón negro, botas de casquillo, cinto a la jim morrison.
Beber rápido no le favorece.
Olvida caras historias y glorias. Camina entre los sentimientos sin dueño. Para ello saca de su pantalón el ochito de cabecera.
Puesto sobre la mesa depende la cantidad de comensales, o aspirantes.
Hasta el recuerdo se disfraza de intuición, si la voz se esconde.
En youtube, de lo más visitado junto a la canaca y a la borracha que la chocaron, está el flint, bailando la maldita primavera de yuri, al final del video grita: no se va, no se olvida nada.
Joven manos de tarjeta, una rosa sin florecer. Sigue vivo.
Esta noche pregunta donde irá a parar.
No hay nada personal, pero la ciudad, está llena de tiburones, lobas y vampiros que con un poco de cocaína podrá exorcizar.