Thursday, June 07, 2012




 Hola alcohol, te hablo como lo hace un enamorado. Soy el más fiel de tus seguidores. El discípulo amado en la última cena.
Por ti todas mis tardes son diferentes y divertidas. Desde que destapo la primera botella y le doy el trago se sueltan las amarras del día.
Soy libre de cualquier sesgo en la sensibilidad.
Eres el elemento ejemplar para sobrevivir al tedio. Al bajo limite de tolerancia al empleo de sueldo constante y magro.
Cuando estoy expuesto a las contrariedades del cristal de los años. E irme a buscar nuevas oportunidades.
Soy el más valiente de los resignados.
Aprestando las armas institucionales para derruir la locura. Solo tú alcohol amortiguas el ahogo de las deudas crecientes.
Viviendo en algo que me alquilaron como departamento y no es más un cuarto pelón con letrina dentro. En medio de un presunto barrio residencial. Rodeado de jubilados facinerosos.
Sin mujer ni cariños.
La última se marchó después del escandalo a media noche. No recuerdo el motivo de la discusión.
Debió a ser el reproche a la poca solidaridad para seguirme pagando las cervezas. O la poca efectividad sexual con ella a la hora de la cama.
Cualquiera de los detalles no es suficiente como para abandonarme.  Soy un ejemplo de lucidez, salvo al embotarse el cerebro después de ocho o más litros de cerveza.
Es probable le haya resultado enfadoso sortear mi reciente gusto por el sexo anal, siempre ebrio.
Tal vez.
Pero tú, alcohol, mi mejor amigo, puedes quedar a dormir en el sillón, no en la alacena.
Procura no hacer ruido. La cabeza esta a punto de estallarme. Aun falta un par de horas para concluir la madrugada.

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